«¡Y este Pueblo Despertó!, ya en Venezuela no nos mandan desde el Pentágono, la Casa Blanca o la Embajada de los Estados Unidos. ¡Somos libres y más nunca seremos esclavos!».
Hugo Rafael Chávez Frías
El compañero presidente
Nicolás Maduro, desde el
Panteón Nacional, ante los
restos del Padre de la Patria, nos
alertó que hoy “La tarea principal
es prepararnos para lo que viene,
es prepararnos para superar las
dificultades de las sanciones
económicas...”, sabiendo que no han
sido pocas las consecuencias de la
ya agotadora y despiadada “guerra
de amplio espectro” imperial, que
nos indigna, agobia y sofoca.
Para esa pausa, que las reflexiones
sobre las indicaciones del compañero
Presidente requiere, nada más
oportuno que el artículo de Carola
Chávez, “Chavistamente: La razón
de la alegría”, que en un párrafo
nos resume el contexto y el camino
inexorable: “Vamos a asfixiar a
Venezuela, dijeron los voceros del
Departamento de Estado, y bueno,
Venezuela se asfixia asfixiando a
los venezolanos. Eso no es difícil de
entender, y menos ahora, cuando a todos nos falta el aire. Es una guerra
cruel. Ya sabemos cómo funciona,
por otras historias de otros países...
Es jodido saber lo que viene y seguir
levantándose cada mañana con
una sonrisa y con esperanza, pero
no hay otra: los pueblos tristes no
vencen y los chavistas no tenemos
otra opción que no sea vencer. ¡Los
chavistas lo sabemos!.
Defender la alegría es vital en
esta guerra... La alegría pasa
por el descubrimiento de nuevas
capacidades, de nuevas posibilidades...
Pasa por celebrar cada cuesta
remontada. La alegría pasa por
cada gesto de solidaridad que nos
acerca, que nos fortalece. Pasa por el
visible florecimiento de la inevitable
organización efectiva de la gente
para resolver problemas comunes...
En esta guerra, no ayudar al otro, es
un delito de traición a la Patria...”.
Y los llamamos a leer completo
el artículo de marras, porque esa
difícil perspectiva de imprescindible
confrontación revolucionaria no debe
amilanarnos, ya que por más dura
que sea, nunca podemos permitir
que ahoguen nuestra dignidad, para
vivir en libertad y con soberanía; sin autocompasión, ni hincados
de rodillas.
Con el texto de Carola y prosas
del poema de Mario Benedetti, en
esta guerra inclemente, debemos
cantar “En defensa de la alegría”.
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas.
...
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardíacos
de las endemias y las academias.
...
defender la alegría como un derecho
defenderla de Dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
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Tomado de la REVISTA No 78 / 8 de Julio de 2018. Comité Local de Abastecimiento y Producción
Foto: Luis Duarte. Serie CLAP en acción, 2017
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